Todo empezó de casualidad, donde nunca hubiese imaginado encontrar a alguien que ahora mismo lo es todo para mi.
Era un 13 de julio. Ubicamos esta historia en Pamplona, en época de las grandes fiestas de esta cuidad, y ahí lo encontré, en un bar. Le miré y le dije a una amiga,
- Ese chico va a ser mio.
Mis amigas y yo empezamos a bailar y yo no le quitaba la mirada, el estaba con sus amigos, y lanzaba alguna que otra mirada hacia nuestro grupo, y entonces una amiga se decidió ha hablarle por mi.
Aparentemente era un chaval con carácter chulesco, pero a mi me había transmitido algo diferente. Al principio se hizo de rogar y cuando me iba del bar me dijo que apuntase su número y que le llamase a las seis de la mañana. Y lo hice, le llame un par de minutos más tarde de las seis y quedamos, los dos estábamos cansados y yo con los nervios a flor de piel, y llegue con dos amigas mías, y le vi esperando sentado con una camiseta negra, un pantalón blanco y el pañuelo de San Fermín atado a la muñeca, el cual luego me regalo como primer recuerdo suyo de aquel día, el cansancio no impidió conocerle, pero ese día no fue como es él.
Estuvimos una hora y media juntos, y a las ocho de la mañana nos despedimos, y yo pensé que no me debía de ilusionar con el, que solamente me quería para ese día, pero para mi sorpresa eso no fue así. Dos días después me llamo.
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